El Colacho, El Ritual de bebés en Castrillo de Murcia

En el corazón de España, en un pequeño pueblo de la provincia de Burgos, se celebra cada año una de las tradiciones más singulares y llamativas del país: El Colacho. Esta festividad, que combina elementos religiosos y folclóricos, ha capturado la atención de locales y visitantes por igual, y es una demostración vibrante del rico patrimonio cultural español.

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El Colacho, cuyo nombre oficial es «La Fiesta del Colacho», se celebra en Castrillo de Murcia desde el siglo XVII. Esta festividad se lleva a cabo en el marco de la fiesta del Corpus Christi, una importante celebración del calendario litúrgico católico que honra la Eucaristía.

El personaje central de la festividad es El Colacho, una figura que representa al diablo. Vestido con un traje colorido y una máscara grotesca, El Colacho corre por las calles del pueblo, saltando sobre los bebés que han nacido en el último año y que son colocados sobre colchones en el suelo. Este salto, conocido como «el salto del Colacho», se cree que purifica a los niños, protegiéndolos de enfermedades y malos espíritus.

La festividad comienza con la misa del Corpus Christi, seguida de una procesión por las calles del pueblo. Los miembros de la cofradía del Santísimo Sacramento, organizadores del evento, acompañan la procesión vestidos con túnicas rojas y amarillas. El Colacho, con su estruendoso látigo y ruidosas castañuelas, añade un elemento de caos y diversión, persiguiendo a los asistentes y asustando a los niños mayores.

El momento culminante de la celebración es el salto sobre los bebés. Los infantes, vestidos con ropas tradicionales y colocados sobre colchones en la calle, son saltados por El Colacho en una serie de brincos rápidos y precisos. Esta acción simbólica es vista por los padres y la comunidad como una bendición y un rito de protección.

Como es de esperar, una tradición tan inusual y potencialmente peligrosa no está exenta de controversia. Críticos de la festividad argumentan que saltar sobre los bebés pone en riesgo su seguridad. Sin embargo, los defensores del Colacho destacan que nunca ha habido un incidente grave en los siglos de historia de la celebración, y que se toman todas las precauciones necesarias para asegurar la seguridad de los niños.

Además, la cofradía y la comunidad local sostienen que esta tradición es una parte esencial de su identidad cultural y religiosa, y que el evento es llevado a cabo con el máximo respeto y cuidado.

En los últimos años, El Colacho ha atraído la atención de turistas de todo el mundo. Fotógrafos, periodistas y curiosos acuden a Castrillo de Murcia para presenciar y documentar este evento único. La festividad no solo es un reflejo de las tradiciones profundamente arraigadas en la región, sino también un testimonio del poder de la comunidad y la fe en la protección divina.

El Colacho es una de esas festividades que desafían las convenciones y capturan la imaginación. En su esencia, es una celebración de fe, comunidad y tradición, que ha perdurado a lo largo de los siglos. Mientras el pequeño pueblo de Castrillo de Murcia sigue saltando al compás de esta peculiar danza, El Colacho continúa siendo una manifestación vibrante del patrimonio cultural español, uniendo a las generaciones a través de un ritual que sigue siendo tan fascinante como en sus inicios.

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