En las zonas más empobrecidas de Manila, capital de Filipinas, miles de personas recurren diariamente al pagpag, una práctica que consiste en recolectar comida desechada de la basura para sobrevivir. Esta actividad refleja una cruda realidad: la pobreza extrema que afecta a millones de personas en el país, y cómo la desigualdad social las obliga a adoptar estrategias extremas para alimentarse.
Cocinar Basura para Sobrevivir 🇵🇭 La Ciudad Basura de Filipinas
¡Me harías muy feliz si le das click! 😛 ->¿Qué es el pagpag?
El pagpag es el término filipino que se refiere a la comida recuperada de los desechos, principalmente de restaurantes de comida rápida. Estos restos de comida, a menudo compuestos por pollo, carne, o arroz, son recolectados, lavados y cocinados nuevamente antes de ser consumidos o vendidos a precios bajos en las comunidades marginales.
En las calles más pobres de Manila, la venta de pagpag se ha convertido en un negocio informal que ofrece comida a precios accesibles para quienes no pueden permitirse comprar alimentos frescos. La comida recolectada de la basura se reusa en comidas preparadas y se vende como una opción económica para las personas en situación de pobreza extrema.
La cadena de supervivencia: del basurero al plato
El ciclo del pagpag comienza en los contenedores de basura de grandes cadenas de comida rápida, donde los recolectores escarban entre los desechos en busca de sobras. Estos recolectores, muchas veces familias enteras o niños, recogen los alimentos desechados por los restaurantes y los llevan a sus casas o a puestos de comida improvisados en las calles. Allí, los restos son limpiados, a menudo lavados en agua sucia, recalentados y puestos a la venta.
En muchas ocasiones, el pagpag también se distribuye en las zonas más empobrecidas de Manila a través de vendedores ambulantes. Las porciones se venden a precios muy bajos, lo que permite a las familias más pobres acceder a una fuente de alimento, aunque esta sea insegura.
La necesidad detrás de la práctica
La práctica de comer pagpag no es una elección, sino una consecuencia directa de la pobreza extrema que afecta a muchas áreas urbanas de Filipinas. Manila, una ciudad con una población de más de 13 millones de personas, sufre de una amplia disparidad económica. En los barrios marginales, donde las viviendas son frágiles y la falta de acceso a agua potable, electricidad y salud es constante, la búsqueda diaria de comida es un desafío abrumador.
El pagpag ofrece una alternativa económica para las familias que no pueden costear alimentos frescos, pero también refleja la falta de oportunidades y los efectos del desempleo crónico en las comunidades más desfavorecidas. Muchas personas que dependen de esta práctica sobreviven con trabajos informales o temporales, sin ingresos suficientes para mantener a sus familias.
Riesgos para la salud
Consumir pagpag implica serios riesgos para la salud, ya que la comida recogida de la basura está expuesta a contaminación bacteriana, productos químicos y otras sustancias nocivas. Al estar desechada, la comida suele haber estado en contacto con el aire, insectos o descomposición, lo que aumenta las probabilidades de intoxicación alimentaria. Entre las enfermedades más comunes que afectan a quienes consumen pagpag se encuentran las infecciones gastrointestinales, diarreas graves y enfermedades transmitidas por alimentos, como la salmonelosis y el botulismo.
A pesar de esto, el hambre y la falta de opciones obligan a muchas personas a arriesgar su salud para evitar morir de inanición. El acceso limitado a atención médica, medicinas y agua potable agrava el problema, haciendo que la enfermedad resultante de la ingesta de pagpag a menudo no sea tratada adecuadamente.
Un negocio informal en crecimiento
En los barrios marginales de Manila, el pagpag no es solo una forma de supervivencia, sino también una fuente de ingresos para muchos. Algunas personas han convertido la recolección y reventa de pagpag en un negocio. Los vendedores callejeros recogen las sobras de los vertederos de basura, las cocinan nuevamente y las venden como si fueran comida preparada. Para muchos consumidores, esta es la única comida caliente a la que pueden acceder.
Este negocio informal es tanto un reflejo del ingenio de las comunidades como de la precariedad de las condiciones de vida. Los vendedores de pagpag enfrentan pocos o ningún control sanitario, lo que empeora las ya de por sí malas condiciones de seguridad alimentaria.
La respuesta del gobierno y la sociedad
El pagpag es un síntoma visible de la desigualdad profunda que afecta a Filipinas. Aunque algunos programas del gobierno intentan reducir la pobreza y mejorar el acceso a alimentos saludables, estos esfuerzos no han logrado erradicar la necesidad de prácticas como el pagpag en los barrios marginales de Manila. La inseguridad alimentaria sigue siendo un problema crítico, agravado por la sobrepoblación urbana y la falta de recursos para apoyar a las familias en situación de pobreza.
Organizaciones no gubernamentales y grupos comunitarios han comenzado a intervenir, proporcionando asistencia alimentaria y educación sobre los riesgos del pagpag. Sin embargo, estas soluciones temporales no pueden solucionar el problema estructural subyacente: la pobreza extrema y la falta de oportunidades económicas.
El pagpag, la comida desechada y reciclada que se consume en los barrios marginales de Manila, es un reflejo claro de las desigualdades sociales y económicas que afectan a Filipinas. A través de esta práctica, las comunidades más pobres luchan por sobrevivir en un entorno hostil y desfavorecido, pero lo hacen a costa de su salud y bienestar.
Mientras no se aborden las causas profundas de la pobreza, la falta de acceso a empleo estable, educación y servicios básicos continuará empujando a miles de personas a depender del pagpag. La historia de comer de la basura en Manila es una de resistencia, pero también de desesperación, una muestra del abismo que separa a los más ricos de los más pobres en esta vibrante pero desigual ciudad.
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