En las profundidades de Manila, en un entorno que parece sacado de una historia sombría, se encuentra una comunidad de personas que vive en los cementerios. En especial, el Cementerio del Norte, uno de los más grandes y antiguos de la capital filipina, alberga no solo a los muertos, sino también a miles de familias que han hecho de este lugar su hogar.
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El Cementerio del Norte de Manila, inaugurado en 1904, es conocido por ser uno de los lugares de entierro más importantes de Filipinas. Sin embargo, a lo largo de los años, se ha transformado en un espacio de convivencia entre los vivos y los muertos. Alrededor de 10,000 personas viven aquí en condiciones extremadamente precarias.
Estas personas han ocupado tumbas, criptas y mausoleos como refugios improvisados, convirtiendo lo que originalmente fue un lugar para rendir homenaje a los muertos en un área habitada por los marginados. La falta de acceso a viviendas y servicios básicos en Manila ha empujado a muchas familias a este cementerio, donde la vida cotidiana continúa a pesar del entorno inusual.
Una Comunidad Olvidada
Los que viven en el Cementerio del Norte lo hacen por necesidad, no por elección. Para ellos, es una alternativa más asequible en comparación con las áreas urbanas congestionadas y costosas de Manila. La mayoría de los residentes trabaja como cuidadores de tumbas, recicladores, vendedores ambulantes o realizan pequeños trabajos en los alrededores.
Sus viviendas están hechas de materiales reciclados y residen entre mausoleos que se han adaptado para ofrecer algo de protección contra el clima. Las familias, muchas de las cuales han vivido aquí durante generaciones, tratan de llevar una vida lo más normal posible, con niños jugando entre lápidas y adultos tratando de ganarse la vida de la manera que pueden.
Condiciones de Vida
Las condiciones de vida en los cementerios son extremadamente duras. No hay acceso a servicios públicos como electricidad, agua potable o saneamiento adecuado. Los baños públicos, en los casos en los que existen, están lejos de ser suficientes, y las enfermedades transmitidas por el agua y los insectos son comunes. La pobreza extrema es omnipresente y la inseguridad alimentaria es una preocupación constante.
A pesar de estos desafíos, los residentes han desarrollado una especie de resiliencia colectiva. Hay tiendas improvisadas que venden alimentos básicos, y en algunos casos, se celebran ceremonias religiosas para mantener viva la esperanza y el sentido de comunidad.
Invisibilidad Social y Desafíos Legales
La mayoría de las personas que vive en los cementerios de Manila no posee documentos de propiedad ni títulos legales. Esto las coloca en una posición vulnerable, ya que pueden ser desalojadas en cualquier momento si las autoridades locales deciden recuperar el espacio. Los desalojos forzados han ocurrido en varias ocasiones, pero la pobreza y la falta de opciones llevan a las familias a regresar o buscar refugio en otros cementerios cercanos.
Además, debido a su situación de «invisibilidad» legal, muchos niños nacidos en los cementerios no tienen acceso a una educación formal. La falta de documentación también les impide acceder a servicios gubernamentales básicos, lo que perpetúa el ciclo de pobreza y exclusión social.
La Esperanza en Medio de la Desesperación
A pesar de la extrema pobreza, la comunidad en el Cementerio del Norte sigue luchando por una vida mejor. Algunas organizaciones no gubernamentales han intervenido para ofrecer ayuda, como programas de salud y educación para los niños. Además, algunas iglesias y grupos comunitarios organizan actividades para mejorar la calidad de vida de los residentes y proporcionarles algo de consuelo espiritual.
Sin embargo, estos esfuerzos son insuficientes ante la magnitud del problema. La realidad de quienes viven en los cementerios de Manila es un recordatorio de la grave crisis de vivienda y pobreza que afecta a miles de filipinos.
Vivir en los cementerios del Norte de Manila refleja una problemática compleja de pobreza, exclusión y falta de recursos. Las personas que residen en estos lugares no solo enfrentan desafíos materiales, sino también el estigma social y la falta de reconocimiento por parte de las autoridades. La situación en estos cementerios pone de manifiesto la urgente necesidad de soluciones de vivienda asequibles y sostenibles en Filipinas, y subraya la importancia de políticas públicas inclusivas que no olviden a los más vulnerables.
Mientras tanto, la comunidad sigue resistiendo, encontrando maneras de sobrevivir en medio de las tumbas, en un entorno que es una mezcla desconcertante de vida y muerte.za extrema que afecta a millones de personas en Manila. Aunque las actividades de reciclaje brindan una forma de supervivencia, los riesgos de salud, seguridad y criminalidad hacen de estos lugares peligrosos para vivir. Estos barrios muestran la lucha constante de quienes se enfrentan a condiciones inhumanas, pero también la resiliencia de comunidades que, a pesar de todo, siguen encontrando formas de sobrevivir en un entorno marcado por la precariedad y el peligro.entre lo divino y lo humano, y demostrando la resiliencia y la riqueza de las tradiciones espirituales indias.
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